sábado, 7 de junio de 2008

Martín Haba sobre LGE

La LGE no es una ley que haya que tirar a la basura, pero tiene cosas que debiesen revisarse antes de ser votada y promulgada. 

Entre sus avances, según el portal "http://www.educarchile.cl" www.educarchile.cl, encontramos la prohibición de discriminar la admisión de alumnos por motivos de conducta, notas u origen social hasta octavo básico en los establecimientos estatales o con aportes del estado.
Otro aspecto positivo es la creación del Consejo Nacional de Educación  que reemplazará al antiguo Consejo Superior de Educación creado durante el régimen militar. Este nuevo consejo sería (o pretende ser) representativo “de todos los actores del sistema escolar, con una clara vocación por escuchar la voz de la sociedad” estará a cargo de definir el currículo, los estándares de calidad y la evaluación de los distintos sectores educativos. En su conformación se privilegiará la excelencia estableciendo altas exigencias de experiencia y de profesionalismo a sus miembros. 

Con respecto a los sostenedores, sólo podrán ostentar el cargo de sostenedor aquellas corporaciones municipales o fundaciones sin fines de lucro Se fijará un plazo de cuatro años para que las entidades que actualmente tienen reconocimiento oficial puedan adecuarse a las nuevas exigencias. Estas dicen relación con un Giro único educacional y los sostenedores deberán demostrar que están entregando una educación de calidad, junto con rendir una cuenta detallada (en el caso de los establecimientos subvencionados) del uso de los fondos públicos.

Para mi estos son avances a todas luces, ahora bien si se va a hacer una ley de  educación nueva, no puede venir con vacíos o aberraciones. Existen temas que son discutibles en torno a los sostenedores y al lucro. Por ejemplo, el hecho de que a las municipalidades se les entregue una asignación de fondos para educación y estos no sean debidamente fiscalizados (como lo ha sido hasta ahora), tiene como consecuencia seguir siendo un sistema reproductor del nivel socio-económico, aumentando la inamovilidad social. Si el ministerio de educación repartiera esos fondos directamente, la cantidad de dineros llegaría de forma más igualitaria y no se perdería en el transcurso en los laberintos municipales, atribulados de necesidades. Esto por el hecho de que las municipalidades de bajos recursos ocupan fondos educacionales asignados en otras labores urgentes, lo que hasta cierto punto creo que es comprensible. 

Por otra parte, en cuanto a la representación en Comité Asesor de Educación, el estudiantado solamente tiene  un representante, dejando la representatividad estudiantil disminuida en un comité que se ganó a punta de esfuerzos y movilizaciones estudiantiles, por lo que es urgente revisar el artículo 54. En este sentido las universidades privadas están en desventaja frente a las tradicionales, ya que el representante de las primeras será uno, (elegido por una terna que se le entrega al ministerio),  por su parte, del consejo de rectores serán dos, elegidos directamente por el consejo.  En esto es importante tener la noción de que es lo que significa representación, bajo que criterios se está representando, ¿En cuanto peso político? o ¿en cuanto peso real en números representativo de estudiantes?

En tanto en lo que respecta al fin de lucro, en el caso de los establecimientos educacionales que tienen reconocimiento oficial del estado y que imparten educación en los niveles parvularios, básicos y medios, se plantea que tendrán como objetivo social único, la educación, es decir no el lucro. Esto sería fiscalizado por el comité asesor, pero ¿Qué es lucro y que no es lucro? ¿Qué es tener objetivo educacional y que no lo es? Pongámonos en el caso de que un sostenedor económico determinado llegase a tener varios colegios, percibiendo un sueldo de 30.000.000 de pesos y a su vez alega que es lo que percibe por su trabajo, ya que cumple con el objetivo social único, la educación ¿Qué se puede hacer con esta ley, planteada de esta forma, para decirle que está equivocado? ¿Eso es no querer lucrar? ¿Tal vez, es no quedarse con los excedentes o ocuparlos en otras cosas indebidas? Pero a la vez, sin duda alguna sería un negocio lucrativo. Puede ser que no entienda bien la noción del derecho sobre una sociedad con fines de lucro, o sin fines de lucro, pero acá lo importante, es que la educación no es un negocio, ese es nuestro piso ¿o no? Si los estándares son deficientes en educación (en relación a los países desarrollados)  ¿Es pertinente o justo que un sostenedor se quede con un sueldo que se lo dan todos los chilenos con sus impuestos? Como dice el profesor Triviño de educación, la lógica no funciona bien en este caso. 

Que se va hacer con la docencia aparte de evaluarla ¿Dónde y cuando se estipularán políticas significativas de becas (nacionales e internacionales), sueldos dignos y de  incentivos, para que los buenos estudiantes de las generaciones se instruyan en pedagogía.(sin desmerecer a los que hay)

Con todo esto, me surge otra duda ¿En la ley donde se habla del lucro en educación superior? Y si existiese el lucro ¿Qué derecho tenemos a reclamar por las alzas en los aranceles en toda la UDP? A este nivel de aumento de las matriculas por sobre el IPC (hasta ahora) ¿Cuanto vamos a pagar por la educación de nuestros propios hijos?

Por esto, y mucho más que no vemos vale la pena el parar un día, dejemos de mirarnos el ombligo y miremos el contexto social y educacional, no se trata de parar por parar, si no que es una instancia para reflexionar, pensar, criticar, desalienar y por último transformar. Transformar, en el sentido de que nuestro pensamiento y crítica no sea una herramienta infértil para transformar la sociedad, en otras palabras que lo que hagamos y decidamos de frutos. No nos compremos eso de ser un número (a-lumnos = a sin luz), de que la asistencia nos va a matar si no vamos a clases (aunque paremos soberanamente), de que somos universidad privada y que por eso no tenemos pito que tocar. Yo creo que sí tenemos que tocar en esto, y bien fuerte. Eso por ahora compañeros estudiantes.


Martín Del Río. 4º año, Psicología UDP.


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